Un día de verano, William Turner estaba pintando en la playa, cuando de repente una ola gigante arruinó su obra maestra. Mientras intentaba volver a pintar lo que había perdido, Jackie Turner se acercó a él. "¿Puedo ver qué estás pintando?" preguntó ella, curiosa. William, sorprendido por su belleza, invitó a Jackie a sentarse junto a él y admirar el paisaje. Mientras compartían historias sobre arte y vida, descubrieron que tenían mucho en común y rápidamente se convirtieron en buenos amigos. Pasaron el resto del día conversando sobre sus pasatiempos y hablando sobre la belleza del cielo y el mar. Desde ese día en adelante, William y Jackie se volvieron inseparables, convirtiendo su amistad en un amor que duraría toda la vida.