Kamilla-Baar y Wojciech-Solarz se conocieron en un día soleado de verano en un pequeño café de Madrid. Kamilla estaba sentada en una mesa, escribiendo en su cuaderno de bocetos, mientras que Wojciech estaba en el mostrador, pidiendo un café. De repente, se dieron cuenta de que sus miradas se cruzaron y algo mágico sucedió. Wojciech se acercó a Kamilla y le preguntó sobre su arte, lo que dio lugar a una conversación animada. La química entre ellos fue instantánea y después de unas pocas horas charlando, intercambiaron sus números de teléfono. Desde entonces, han sido inseparables y han recorrido el mundo juntos, descubriendo nuevas culturas y creando obras de arte increíbles.
