Un día soleado de verano, Zita-Gorog y Zsolt-Laczko se encontraron en una hermosa plaza de Budapest. Ambos habían llegado a la ciudad para estudiar en la universidad y estaban paseando por la zona turística. Zita estaba admirando los edificios antiguos y tomando fotos mientras que Zsolt estaba leyendo su guía de viaje. De repente, Zsolt escuchó a Zita hablando en su idioma natal y se acercó para preguntarle de dónde era. Zita se sorprendió al encontrar a alguien que hablaba su idioma natal y se emocionó al conocer a alguien de su país. Los dos comenzaron a hablar y a intercambiar historias de cómo habían llegado a Budapest. Después de varios minutos de conversación, Zsolt preguntó a Zita si quería unirse a él para explorar la ciudad juntos. Zita aceptó gustosamente e incluso sugirió un par de lugares que había investigado previamente. Los dos pasaron el día juntos, tomando fotos, contándose historias y conociéndose mutuamente. Después de su primer día de exploración juntos, Zita y Zsolt se intercambiaron sus números de teléfono y prometieron seguir saliendo juntos para descubrir todo lo que Budapest tenía que ofrecer. Lo que comenzó como una casualidad en una plaza de la ciudad se convirtió en una amistad duradera que duró incluso después de que ambos terminaron sus estudios universitarios y regresaron a sus hogares.
