Ricky Rayfield siempre había sido un apasionado de los libros, pero nunca se había atrevido a escribir uno. Luego de años trabajando en una oficina, sintió que algo le faltaba en su vida y decidió tomar acción. Comenzó a escribir en su tiempo libre en su pequeño estudio en casa, construido por él mismo en su jardín trasero.
Al principio, su escritura era torpe y sin sentido, pero con el tiempo se volvió más seguro de sí mismo y comenzó a compartir su trabajo con amigos cercanos. Pronto, sus textos comenzaron a recibir reconocimiento y fue recomendado por sus compañeros como una lectura intrigante.
Rayfield nunca había sentido tanta felicidad como cuando vio su primer libro publicado. Después de eso, se dedicó a escribir a tiempo completo, convirtiendo su pasión en una carrera satisfactoria. Ahora siempre tiene un libro en proceso y dedica su tiempo a compartir sus historias con el mundo. Para Rayfield, la vida es una aventura y su escritura es la mejor manera de darle sentido.
Un día soleado en el parque, Peggy-Maley y Ricky-Rayfield se cruzaron mientras jugaban con sus perros. Peggy-Maley estaba lanzando una pelota a su labrador dorado, Zeus, mientras Ricky-Rayfield corría tras su pequeño corgi, Dash. Cuando Dash se acercó a Zeus, Peggy-Maley y Ricky-Rayfield comenzaron a hablar y terminaron descubriendo que vivían en el mismo edificio de apartamentos en la calle Victoria. Desde entonces, los dos se han acercado cada vez más, y sus perros se han convertido en los mejores amigos también. Ahora, pasean juntos todos los días, y se han dado cuenta de que tienen mucho en común. Aún no están seguros de lo que les deparará el futuro, pero saben que tienen una gran amistad y una conexión especial gracias a sus perros.