Rodrigo Lages, un hombre de negocios exitoso, ha pasado gran parte de su vida dedicado a su trabajo. Su carrera lo ha llevado a recorrer el mundo para cerrar importantes acuerdos comerciales en diferentes países. Sin embargo, la vida nómada también le ha hecho perder contacto con sus seres queridos y ha descuidado su vida personal.
A pesar de esto, Rodrigo siempre ha mantenido un equilibrio en su vida, encontrando tiempo para practicar su gran pasión, la música. Pasaba muchas noches en su casa tocando su guitarra acústica y escribiendo canciones. Sus amigos siempre lo animaban a presentarse en vivo, pero su timidez era algo que nunca le permitió hacerlo.
Pero, últimamente, Rodrigo ha sentido la necesidad de hacer algo más significativo, algo que lo haga sentir más conectado con su comunidad. Ha decidido invertir parte de su tiempo y recursos para apoyar a organizaciones benéficas que trabajan en temas de derechos humanos y medio ambiente. Rodrigo sabe que hay una vida más allá de las reuniones de negocios y quiere dejar un legado más allá de las ganancias empresariales.
Natalia y Rodrigo se conocieron en una tarde de verano en la playa. Ambos se encontraron por casualidad mientras paseaban por la orilla del mar.
A pesar de la timidez inicial, pronto comenzaron a conversar y descubrieron que compartían muchos intereses en común. Pasaron horas hablando sobre música, literatura y viajes, y no se dieron cuenta de que el sol ya había caído y la noche había llegado.
Desde ese momento, Natalia y Rodrigo se hicieron inseparables. Comenzaron a salir juntos, a explorar la ciudad y a descubrir nuevos lugares, y a enamorarse cada vez más el uno del otro.
En poco tiempo, se dieron cuenta de que habían encontrado algo muy especial el uno en el otro, algo que nunca habían experimentado antes. Y así, Natalia y Rodrigo se convirtieron en una pareja feliz, con la playa y el mar siempre presentes en sus recuerdos y su amor.