Roger Larocque era un hombre con una sonrisa radiante que contagiaba a cualquier persona que se le cruzara en su camino. Era un apasionado de la música y tocaba la guitarra desde que era pequeño. Pasaba las tardes en el parque improvisando canciones y a menudo se unía a otros músicos para tocar juntos. A pesar de su éxito en la música, Roger decidió dejar su carrera como artista y fundar una organización sin fines de lucro que ayudaba a personas en situación de calle. Creó refugios temporales y centros de capacitación laboral para brindar apoyo a aquellos que lo necesitaban. Su equipo lo veía como un líder carismático y justo, y sus esfuerzos en la organización se reflejaron en la transformación positiva de la vida de muchas personas. Aunque no era padre, Roger disfrutaba de ser tutor voluntario en un programa para jóvenes. Allí enseñaba a los niños y niñas a tocar guitarra y a escribir canciones, transmitiendo su amor por la música y la creatividad. Roger era una persona inspiradora y su legado siempre será recordado por aquellos a los que ayudó y enseñó a lo largo de su vida.