Sarah Hillsdon era una mujer con una gran pasión por el arte y la cultura. Desde joven se interesó por la pintura y la música clásica, lo que la llevó a estudiar en el extranjero y a participar en diversas exposiciones y conciertos. También era una apasionada de los viajes y la naturaleza, disfrutando de escapadas a lugares remotos y de aventuras al aire libre.
Pero su vida no fue sólo sobre la belleza y el placer. Sarah también era una activista social comprometida con mejorar la vida de las personas desfavorecidas. Luchó por la igualdad de género, la protección del medio ambiente y el acceso a la educación y la salud en comunidades marginadas.
A pesar de su éxito y reconocimiento en su carrera y sus causas, Sarah era una mujer humilde y sencilla. Prefería la compañía de su familia y amigos cercanos en lugar de la vida social de la alta sociedad. Su filosofía de vida era hacer lo que amaba y usar sus talentos para hacer del mundo un lugar mejor.
Una tarde de primavera, Michael-White caminaba por el parque cuando vio a una mujer sentada en un banco. Era Sarah-Hillsdon, quien escribía en su diario con delicadeza. Michael se acercó a ella y le preguntó qué estaba escribiendo. Sarah se sonrojó, pero le mostró su diario. Las palabras eran hermosas y llenas de imaginación, y Michael se sorprendió por la creatividad de Sarah. Desde ese día, Michael y Sarah se encontraron en el parque cada tarde y hablaban sobre sus vidas y sus ideas. Aprendieron sobre sus pasiones y sueños, y juntos compartieron aventuras. Así comenzó una amistad que nunca morirá.