Spencer Goodall era un hombre de apariencia tranquila y reflexiva. Aquellos que lo conocían bien, sabían que disfrutaba de la lectura y de la música clásica. No obstante, su vida había sido muy agitada en los últimos años, ya que era un reconocido abogado y había defendido con éxito a numerosos clientes en juicios muy importantes. Después de divorciarse de su esposa, Spencer se había mudado a un pequeño apartamento cerca de su oficina, donde solía pasar la mayor parte de su tiempo trabajando en casos y disfrutando de la soledad.
A pesar de su éxito profesional, Spencer tenía una profunda tristeza en su interior. La pérdida de su esposa y la falta de contacto con sus hijos lo habían dejado con una profunda sensación de soledad. A menudo pasaba las noches reflexionando sobre su vida, cuestionándose las decisiones que había tomado. Sin embargo, seguía adelante, y trataba de encontrar consuelo en su trabajo y en la música clásica, pero sobre todo en el hecho de continuar en su lucha por la justicia.
Un día, mientras Courtney Eaton caminaba por el parque, se encontró con un joven llamado Spencer Goodall. Él estaba sentado en un banco cerca del lago, escribiendo poesía en su libreta. Courtney sintió curiosidad y se acercó a él para preguntarle sobre lo que estaba escribiendo. Después de un breve intercambio, Spencer decidió mostrarle su obra poética a Courtney, lo cual la dejó impresionada. Pronto descubrieron que compartían un interés mutuo en la literatura, la música y el cine. Decidieron intercambiar sus números de teléfono y prometieron encontrarse de nuevo para seguir hablando. Desde ese día, empezaron a salir y se convirtieron en una pareja inseparable. ¡Y así fue como Courtney Eaton y Spencer Goodall se conocieron!