Stuart Bilton era un hombre de gustos refinados y una gran pasión por la música clásica. Se levantaba temprano todas las mañanas para tomar su té mientras leía el periódico antes de comenzar su día en la oficina, donde trabajaba como analista financiero. Siempre vestido con impecables trajes a medida y zapatos pulidos, era conocido por ser un hombre muy detallista y perfeccionista en todo lo que hacía. Durante sus tiempos libres, disfrutaba de acudir a conciertos, óperas y obras de teatro en los teatros más prestigiosos de la ciudad. En su tiempo libre, también le gustaba llevar a cabo actividades en solitario, desde leer un buen libro hasta hacer senderismo en la montaña. A pesar de todo, bajo esa imagen de hombre formal y serio, se escondía una persona con un gran sentido del humor y una faceta desconocida para muchos: la de DJ en fiestas privadas.