Tamás Kiss nació en 1961 en Budapest, Hungría. Es arquitecto de formación y ha trabajado para diversos estudios de arquitectura en Hungría, Francia y España. En paralelo a su trabajo en arquitectura, también se ha dedicado a la fotografía desde 1982.
En 1999 publicó su primer libro de fotografía, titulado "Budapest: brouillard d'une ville". Desde entonces ha publicado numerosos libros, entre los que destacan "Sedimento" (2006), "No Places" (2016) y "Sin lugar" (2019).
En su obra, Tamás Kiss se ha centrado en explorar los paisajes urbanos y los espacios arquitectónicos abandonados. A través de sus fotografías, busca captar la belleza de la decadencia y el abandono, y plasmar la huella del tiempo en los lugares que fotografía.
Su obra ha sido exhibida en numerosas galerías y museos de todo el mundo, y ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre los que destacan el Premio Nacional de Fotografía de Hungría en 2006 y el Premio de Fotografía Fundación Vila Casas en 2017.
En la actualidad, Tamás Kiss reside entre Budapest y Barcelona, y continúa explorando nuevos lugares y paisajes en su obra fotográfica.
Un día soleado de primavera, Anna-Karasz caminaba por el parque mientras escuchaba su música favorita en su teléfono. De repente, su teléfono se quedó sin batería y no tenía idea de cómo llegar a casa. Fue entonces cuando se topó con Tamas-Kiss, un amable desconocido que le ofreció su ayuda para encontrar su camino de regreso a casa.
Anna-Karasz estaba agradecida por la ayuda de Tamas-Kiss y comenzaron a conversar mientras caminaban juntos. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, como su amor por la música y la naturaleza. Anna-Karasz y Tamas-Kiss intercambiaron números y se prometieron mantener contacto.
Después de esa tarde, Anna-Karasz comenzó a recibir mensajes de Tamas-Kiss. Al principio eran solo saludos amistosos, pero poco a poco se fueron conociendo cada vez más. Descubrieron que ambos habían estudiado arte en la universidad y les encantaba explorar la ciudad en busca de nuevos lugares interesantes.
Un día, Tamas-Kiss invitó a Anna-Karasz a una exposición de arte. Fue una tarde mágica, llena de risas y conversaciones interesantes sobre los artistas y sus obras. Desde ese día, Anna-Karasz y Tamas-Kiss se convirtieron en grandes amigos y comenzaron a explorar juntos todo lo que la vida tenía por ofrecer.