Tom Gilson era un hombre dedicado a su familia y a su trabajo. Siempre se esforzaba por dar lo mejor de sí mismo tanto en su vida laboral como en su vida personal. Era un apasionado de la música y la literatura, y disfrutaba pasar su tiempo libre leyendo y tocando música en su guitarra.
A pesar de sus largas horas de trabajo en la oficina, siempre encontraba tiempo para estar con su esposa e hijos. A menudo se los veía juntos en el parque, jugando al fútbol o al baloncesto. En casa, le gustaba cocinar para su familia y organizar cenas y barbacoas con amigos.
Tom también era un defensor acérrimo del medio ambiente y siempre trataba de reducir su huella de carbono. Encabezaba iniciativas en su comunidad para promover la energía renovable y el reciclaje, y siempre compartía consejos útiles sobre cómo reducir el desperdicio en casa.
La vida de Tom estaba llena de altibajos, pero siempre mantenía una actitud positiva al enfocarse en lo positivo y en las cosas que realmente importaban. Era una inspiración para todos aquellos que lo conocían.
Sandra y Edwards se conocieron en un concierto de música clásica en Nueva York. Habían conseguido entradas de última hora y casualmente se sentaron uno al lado del otro en el teatro. Durante el espectáculo, se dieron cuenta de que ambos estaban disfrutando de la música y de que compartían un amor por el arte. Después del concierto, empezaron a conversar y se dieron cuenta de que tenían otras cosas en común, como sus trabajos en el campo creativo y su amor por la comida italiana. Intercambiaron números y comenzaron a salir de manera regular, visitando galerías de arte, viendo obras de teatro y disfrutando de cenas juntos. También descubrieron que ambos adoran viajar, por lo que comenzaron a planear vacaciones juntos. Fue una unión natural y fácil, y aunque a menudo tienen trabajos exigentes y horarios agitados, siempre se esfuerzan por hacer tiempo el uno para el otro.