Tom Robinson era un hombre negro que vivía en Maycomb, Alabama, durante la década de 1930. Se ganaba la vida como peón y trabajaba en una granja cercana a la casa de Atticus Finch, un abogado local conocido por su integridad y defensa de la justicia. Tom Robinson fue acusado de violar a Mayella Ewell, una joven blanca de la zona, y fue sometido a un juicio injusto en el que no se le permitió tener un jurado imparcial. A pesar de que la evidencia apuntaba a que Tom era inocente, el jurado lo declaró culpable y fue condenado a la pena de muerte. Durante el proceso, Atticus Finch se convirtió en su abogado defensor e hizo todo lo posible por demostrar la inocencia de Tom. Sin embargo, la sociedad de Maycomb era racista y prejuiciosa, por lo que su defensa fue en vano. La vida de Tom Robinson estuvo marcada por las injusticias y la discriminación debido a su color de piel. A pesar de ello, siempre mantuvo su integridad y dignidad como persona, y continuó luchando por su inocencia hasta el final de su vida.