Tsarina Alexandra, nacida como Alix de Hesse-Darmstadt en 1872, fue la esposa del último emperador ruso, Nicolás II. Era la nieta de la reina Victoria del Reino Unido y se convirtió al cristianismo ortodoxo al casarse con el zar en 1894.
La Tsarina era conocida por su belleza y devoción hacia su esposo y sus cinco hijos, pero su estilo de gobierno autocrático y sus decisiones impopulares la convirtieron en una figura impopular entre el pueblo ruso.
La Tsarina tenía una fuerte inclinación hacia la mística y la religión y estaba obsesionada con la curación de su hijo Alexei, que sufría de hemofilia. Esto la llevó a confiar en el infame Rasputín, un autodenominado curandero, que ganó gran influencia sobre la pareja imperial.
Durante la Primera Guerra Mundial, la Tsarina se involucró cada vez más en la política y se vio envuelta en escándalos que dañaron aún más su reputación. Tras la Revolución de Octubre de 1917, la familia imperial fue capturada y llevada a prisión.
La salud frágil de la Tsarina empeoró en prisión y fue asesinada junto a su esposo y sus hijos en 1918. En 2000, la Iglesia Ortodoxa Rusa la declaró santa y mártir por su papel en el apoyo a la iglesia y su muerte injusta en manos de los bolcheviques.
La relación entre Tsar Nicolás II y Tsarina Alexandra fue muy estrecha, y su matrimonio fue considerado uno de los más fuertes en la historia de las monarquías europeas.
Nicolás se enamoró de Alexandra en 1889, cuando la conoció en una fiesta en Alemania. Ella era la nieta de la reina Victoria del Reino Unido y Nicolás quedó impresionado por su belleza y amabilidad.
Se casaron en 1894 y tuvieron cinco hijos juntos, cuatro hijas y un hijo. Alexandra era muy devota de su esposo, lo que llevó a algunos a criticarla por no estar dispuesta a contradecirlo.
Sin embargo, su matrimonio fue una tremenda fuente de consuelo para Nicolás, ya que tuvo que enfrentar muchas dificultades políticas. Alexandra era su principal confidente y consejera, y juntos intentaron mantener la estabilidad del Imperio Ruso.
Desafortunadamente, a pesar de su amor y dedicación mutua, la pareja no pudo evitar la Revolución Rusa de 1917, que finalmente llevaría a la caída de la monarquía y la ejecución de Nicolás y su familia.