Valerie Harborn era conocida en su comunidad por su carácter amable y servicial. Siempre estaba dispuesta a ayudar a sus vecinos y amigos en cualquier situación, sin importar la hora ni la circunstancia. Además, era una apasionada de la literatura y solía participar en un club de lectura local, donde se reunía con otros miembros para discutir y analizar diferentes obras literarias. También era una gran amante de los animales y tenía varios gatos y perros rescatados que cuidaba con mucho amor y dedicación. En su tiempo libre, disfrutaba de la naturaleza y se escapaba a hacer senderismo o a descubrir nuevos lugares en su bicicleta. Valerie era una persona humilde, sencilla y generosa que dejó una huella profunda en la vida de quienes la conocieron.
Glynn y Valerie se conocieron en un pequeño café al sur de la ciudad. Los dos se encontraban en un momento de sus vidas en el que necesitaban un cambio. Glynn había acabado recientemente una relación larga y Valerie estaba lidiando con una carrera que no la hacía feliz.
Fue casualidad que ambos se encontraran en el mismo sitio, pero sus miradas se cruzaron y una chispa se encendió. Empezaron a hablar, primero sobre trivialidades, pero pronto se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común.
Durante horas hablaron sobre su pasado, presente y futuro, compartieron sus miedos y sueños y se rieron juntos. Cuando se despidieron en la puerta del café, Glynn le pidió a Valerie su número de teléfono y ella le dio una sonrisa radiante.
Desde entonces, se han convertido en inseparables, viajando por el mundo juntos y apoyándose mutuamente en todo momento. Los dos saben que se conocieron en el momento exacto que lo necesitaban y están agradecidos por ello.