William Hotten George era un hombre que llevaba años viviendo en la misma casa de la pequeña ciudad donde había nacido. Era conocido por todos los vecinos por su amabilidad y su espíritu servicial, siempre dispuesto a echar una mano a quien lo necesitase. Pero aunque su vida pudiera parecer tranquila y rutinaria, en realidad William albergaba un gran anhelo en su corazón: viajar. Soñaba cada noche con recorrer el mundo, conocer nuevas culturas y descubrir nuevas aventuras. Ahorraba cada centavo que podía para poder algún día hacer realidad su sueño, estudiaba mapas y geografía en su tiempo libre y se empapaba de todo lo que podía sobre las diferentes regiones que deseaba visitar. A pesar de que nunca había abandonado su ciudad, William se sentía un ciudadano del mundo y estaba convencido de que su oportunidad de conocerlo estaba por llegar.