Yoshiko Mandai nació en Japón en 1921 y creció en una familia de clase media en Tokio. Cuando era adolescente, le apasionaba la música y llegó a tocar el piano y el violín. En 1942, se casó con un soldado japonés y se mudó a la isla de Luzón en Filipinas. Durante la Segunda Guerra Mundial, Mandai recibió órdenes de unirse a la Fuerza de Mujeres del Ejército Imperial Japonés. Fue enviada a Manila para trabajar como enfermera. Allí conoció a su futuro esposo, John Armstrong, un prisionero de guerra australiano. Los dos se enamoraron y se arriesgaron todo para casarse en una ceremonia secreta en el campamento. Después de la guerra, la pareja se mudó a Australia, donde enfrentaron discriminación y trato hostil. Mandai luchó por la igualdad de derechos y trabajó como voluntaria en varias organizaciones de la comunidad. También crió a sus tres hijos y apoyó a Armstrong en sus esfuerzos para encontrar un trabajo estable. Mandai falleció en 2010 a la edad de 88 años. Antes de su muerte, se convirtió en una defensora del perdón y la reconciliación entre los antiguos enemigos de la guerra. Su historia de amor improbable y las dificultades que enfrentó a lo largo de su vida se han convertido en un símbolo de la resistencia y la esperanza en tiempos difíciles.