Elizabeth Fitzgerald, también conocida como la Condesa de Kildare o Lady Elizabeth Grey, nació en Irlanda alrededor de 1527 en la familia noble de los Fitzgerald. Era la hija mayor de Gerald Fitzgerald, noveno conde de Kildare y su esposa, Elizabeth Zouche.
En 1533, su padre fue arrestado por el rey Enrique VIII por sospechas de traición y su familia cayó en desgracia. Elizabeth y sus hermanos fueron enviados a vivir con parientes lejanos en Inglaterra. En 1539, su padre murió en prisión y Elizabeth se convirtió en heredera de la fortuna familiar, pero como mujer no podía heredar directamente la posición de condesa de Kildare.
En 1543, Elizabeth se casó con Sir Anthony Browne, un hombre de confianza del rey Enrique VIII. Tuvieron seis hijos juntos, pero Sir Anthony murió en 1548. Poco después, Elizabeth se casó con Edward Fiennes de Clinton, noveno barón Clinton, y tuvieron un hijo juntos.
Después de la muerte de Enrique VIII en 1547, la familia de Elizabeth recuperó el favor real y en 1554, su hermano Thomas Fitzgerald fue restaurado como conde de Kildare. En 1558, su hermano murió y Elizabeth se convirtió en heredera del título. Sin embargo, como mujer, no podía heredar la posición de condesa y se lo cedió a su hijo menor, Gerald.
Elizabeth murió en 1590 en su hogar en Chelsea. Fue enterrada en la Capilla Greyfriars en Londres. A lo largo de su vida, Elizabeth fue una figura importante en la corte real, la influencia política y la administración de los bienes de la familia.
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Carlos II de Inglaterra y Elizabeth Fitzgerald, condesa de Kildare, tuvieron una relación muy cercana durante su reinado. Elizabeth, también conocida como Lady Clanricarde, fue una figura importante en la corte de Carlos II.
Aunque no se sabe con certeza si la relación entre ambos fue romántica, se cree que Carlos II la consideró una gran amiga y confidente. Elizabeth era conocida por su astucia política y su perspicacia, y se decía que era una de las mujeres más importantes en la corte inglesa. Además, ella y su marido, el conde de Kildare, eran leales seguidores de la monarquía, lo cual sin duda fortaleció su relación con Carlos II.
La relación de Carlos II y Elizabeth tuvo un papel importante en la política de la época, ya que ella sirvió como intermediaria entre el rey y las fuerzas políticas irlandesas. Se decía que Elizabeth tenía una gran influencia en la corte inglesa y que utilizaba esta influencia para beneficiar a los intereses irlandeses.
En general, la relación entre Carlos II y Elizabeth Fitzgerald fue de gran importancia durante el reinado del monarca, y aunque no se sabe con precisión cuál fue su naturaleza exacta, se cree que tuvo un gran impacto en la política y la diplomacia de la época.