Alfred G. Vanderbilt y Jean Harvey Vanderbilt eran padre e hijo respectivamente. Alfred era un prominente empresario y descendiente de una familia muy rica e influyente en los Estados Unidos. Desde joven, se involucró en los negocios de la familia y fue uno de los principales accionistas y financieros de la compañía de ferrocarriles de Nueva York y Harlem. Jean, por otro lado, fue un piloto de carreras de autos y yates, y también un entusiasta de los deportes ecuestres. Participó en varias competencias a nivel internacional y ganó algunos reconocimientos. A pesar de sus diferencias en intereses y experiencias de vida, ambos demostraron un fuerte vínculo de padre e hijo. Alfred apoyó y animó a Jean en sus actividades deportivas y fue un apoyo constante en su carrera. Además, también ayudó a financiar algunos de sus proyectos de inversión. Tristemente, la vida de ambos fue marcada por tragedias. Alfred falleció en el naufragio del Titanic en 1912, mientras que Jean murió en un accidente de aviación en 1938. A pesar de esto, su legado sigue siendo recordado en la historia de los negocios y los deportes de los Estados Unidos.