Charlie y Jessica se conocieron en una tarde soleada en pleno centro de Nueva York. Ambos se encontraban comprando en una tienda de antigüedades cuando coincidieron en el mismo pasillo. Jessica estaba examinando una hermosa lámpara con forma de flor, y Charlie no pudo evitar fijarse en ella. - Esa lámpara es hermosa, ¿no crees? -preguntó Charlie a Jessica. - Sí, es increíblemente bella -respondió ella sonriendo. Desde ese momento, se estableció una conversación amistosa entre los dos. Descubrieron que compartían muchos intereses, como la música, las películas clásicas y los viajes. Incluso se dieron cuenta de que eran vecinos, viviendo en edificios separados de la misma calle. De repente, comenzó a llover afuera, y Jessica se dio cuenta de que no había traído paraguas. - ¿Tienes un paraguas? -preguntó ella. - Sí, por supuesto. ¿Quieres compartirlo conmigo? -dijo Charlie sonriendo. Y así, juntos, bajo la lluvia, caminaron por las calles de Nueva York, compartiendo su paraguas y conversando como si se conocieran desde hace años. Desde ese día, Charlie y Jessica se volvieron inseparables, y su amistad se convirtió en algo más. Nunca se arrepintieron de haberse conocido.
