Ferdinand de Rumania y la reina María de Rumania fueron dos de las figuras más importantes de la monarquía rumana durante la primera mitad del siglo XX. Ferdinand fue rey de Rumania desde 1914 hasta su muerte en 1927, mientras que María fue reina consorte y desempeñó un papel clave en la modernización del país. La relación entre Ferdinand y María fue muy estrecha y amorosa. Se conocieron en 1892 cuando María tenía solo 16 años y Ferdinand 28, y se casaron en 1893. Durante toda su vida juntos, siempre se apoyaron mutuamente y trabajaron juntos para mejorar las condiciones de vida en Rumania. La reina María fue una persona muy influyente en la vida de su esposo. Fue una defensora de los derechos de la mujer y desempeñó un papel importante en la creación de hospitales y organizaciones benéficas en todo el país. También trabajó para preservar la cultura y la historia de Rumania, promoviendo la creación de museos y la restauración de monumentos históricos. Ferdinand, por su parte, confió en María para aconsejarlo en asuntos políticos. Cuando se convirtió en rey, Rumania estaba en pleno conflicto en la Primera Guerra Mundial y enfrentaba importantes desafíos políticos. María trabajó incansablemente en la búsqueda de soluciones a estos problemas y en la promoción del patriotismo y la unificación nacional. En resumen, la relación de Ferdinand y María fue una de las más exitosas y duraderas de la monarquía rumana. Como pareja real, trabajaron juntos para modernizar el país y mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos. Su legado sigue siendo importante en la actualidad y son recordados como dos de las figuras más importantes de la historia rumana.
